Desde la distancia, Leonardo Padrón no ha dejado de escribir la historia de Venezuela. Aunque su voz fue silenciada en su tierra natal y desde 2017 no puede regresar, su palabra sigue retumbando, ahora con más fuerza, desde Miami, ciudad donde ha reconstruido su vida y su narrativa. Poeta, guionista, cronista y testigo del dolor de su país, Padrón es un nombre imprescindible cuando se habla del alma venezolana contada en clave de resistencia.
De Caracas al exilio
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Nacido en Caracas en 1959, Padrón comenzó como poeta, pero fue la televisión la que lo hizo un rostro y una pluma familiar en millones de hogares. Fue el autor de telenovelas que marcaron una época como Amantes de luna llena, La vida entera o Rubí. También escribió para Televisa, Telemundo y Venevisión. Sin embargo, su obra nunca se limitó a los libretos. En 2006 lanzó el programa Los imposibles, una serie de entrevistas profundas que celebraban a figuras destacadas de la cultura, el deporte, la ciencia y la política, y que con el tiempo se convirtieron en siete libros.
En 2017, el autor se exilió. Fue una decisión forzada, resultado del cerco a la libertad de expresión que lo censuró incluso cuando entrevistó a Mario Vargas Llosa y este habló sobre el régimen cubano. Hoy vive en Miami, donde continúa su obra con la disciplina de quien sabe que la palabra es también un acto de resistencia.
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El poder de la crónica
Entre 2013 y 2015, mientras Venezuela entraba en una de las etapas más oscuras de su historia reciente, Padrón escribió una serie de columnas para el diario El Nacional que luego recopiló en el libro Se busca un país. Allí retrató con crudeza y lirismo los efectos de una crisis que, según él, “tiene el tamaño de 25 años”.
Desde Washington D.C., el Centro Carter confirmó en 2024 lo que muchos ya temían: las elecciones presidenciales en Venezuela no fueron democráticas. La oposición, liderada por María Corina Machado y Edmundo González, afirma que más de seis millones de personas votaron por el cambio. Sin embargo, el resultado oficial no reflejó esa voluntad. Para Padrón, esto no es una sorpresa. Es parte de la misma historia de obstáculos que ha contado una y otra vez, tanto en sus crónicas como en sus series.
Local
De Venezuela al mundo
Su capacidad de narrar la condición humana lo ha llevado más allá del drama político. En Netflix, su serie Pálpito fue un fenómeno mundial, convirtiéndose en la número uno en más de 20 países. Otra de sus producciones, El accidente, también fue líder de audiencia en Europa y América Latina, demostrando que su voz conecta con audiencias de culturas diversas.
Además de sus éxitos en pantalla, su poesía ha sido traducida y publicada en países como Alemania, Austria, Bulgaria y Estados Unidos. Entre sus influencias literarias, Padrón cita a César Vallejo, Jorge Luis Borges y Juan Sánchez Peláez. Su obra, tanto escrita como audiovisual, es un puente entre la emoción íntima y la mirada crítica sobre el mundo.
Una memoria de lucha
Padrón ha sabido retratar, como pocos, el rostro de la persistencia. Desde Rafael Araujo —el hombre del papagayo con pancartas de protesta en Caracas— hasta tantos venezolanos anónimos que, a pesar del hambre, la persecución y el miedo, siguen luchando por un país mejor.
En palabras del propio escritor: “Cubanos y venezolanos estamos hermanados por vivir la pesadilla del mismo calibre”. Él no lo dice desde el resentimiento, sino desde la necesidad de memoria, de testimonio, de advertencia.
Aunque el régimen le impide volver, su literatura viaja, su voz se escucha, y su mensaje es claro: “Como venezolanos, no claudiquemos. No les dejemos el país a los que lo tienen ahorita”.
Leonardo Padrón escribe temprano cada día. Desde su escritorio en el exilio, sigue creando ficciones, contando verdades, y recordándonos que, incluso en los tiempos más oscuros, contar la historia sigue siendo un acto de esperanza.